Los pies de los niños se van desarrollando a medida que van creciendo, por lo que es recomendable acudir al podólogo una vez al año y, por supuesto, de forma inmediata ante la menor señal de alarma. El podólogo puede detectar y prevenir patologías con consecuencias que se mantendrán durante la edad adulta. Los pies de los niños son diferentes a los de los adultos y están formados por cartílagos que se osifican poco a poco, por lo que esta etapa es más sencillo solucionar posibles problemas en los pies, ya que el especialista realiza un estudio clínico con los aparatos necesarios.
A menudo los padres detectan alteraciones en la forma de caminar de sus hijos, pero en un elevado número de casos no le dan la importancia que se debería. El cuidado adecuado de los pies en la infancia es fundamental, para prevenir posibles patologías en la edad adulta. Si el pequeño tropieza mucho puede tener una alteración funcional del esqueleto y esto suele estar relacionado con el pie plano. Además, si el menor tiene dolor en el talón, es fundamental conocer su origen y aplicar un tratamiento efectivo. Este especialista también valora el calzado que usa el niño y ofrece pautas para el cuidado de los pies del menor.
El Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos de España explica que «las posibles consecuencias más comunes asociadas al uso de un calzado inadecuado van desde las deformidades de los dedos y “uñeros” (onicocriptosis) hasta sobrecargas o acortamientos musculares, tendinitis aquílea, dolor en la planta del pie y eccemas o dermatitis causados por materiales sintéticos».
Para saber si los zapatos son cómodos para el pequeño, debemos presionar la punta del zapato y verificar el tamaño del calzado con regularidad. Los expertos explican que no son aconsejables los zapatos de segunda mano, porque se modelan según el niño que los calce. El podólogo es un especialista formado y con la experiencia necesaria para examinar los pies del niño y detectar cualquier alteración en los pies, ya que cuanto antes se diagnostique mejor será el pronóstico y se evitarán problemas en la edad adulta. Esta figura se encarga de prevenir, diagnosticar y tratar las afecciones que puedan afectar los pies de los niños, como las verrugas plantares o las deformidades congénitas.
¿Cuáles son las señales?
Los especialistas en podología y en el estudio biomecánico de la pisada de la clínica Icoa nos explican que los padres deben estar atentos a los siguientes síntomas porque indican que hay que llevar al niño al podólogo:
-El niño se descalza a menudo y camina de puntillas.
-El pequeño se cae con frecuencia.
-Le duele los pies, las piernas, las rodillas o la cadera.
-Se cansa al caminar y rechaza ponerse los zapatos.
-Mete los pies hacia dentro o hacia fuera.
-Las uñas o la piel presenta un aspecto diferente.
Problemas habituales en las consultas de los podólogos
Los problemas que pueden sufrir los pies de los más pequeños y que se pueden detectar, tratar y controlar a tiempo, son los siguientes:
-Pies planos y pies valgos.
-Caminar con los pies hacia dentro.
-Mala posición de los dedos.
-Papilomas, conocidos como verrugas plantares.
-Pie de atleta, micosis.
-Uñas encarnadas.
-Enfermedad de Sever, dolor en el talón.
-Metatarso adducto.
-Onicomicosis (hongos en las uñas).
-Problemas de sudoración en los pies.
-Genus valgus-varus (piernas “en X” o “en paréntesis”).
-Diferencia en la longitud de las extremidades.
-Consejos del calzado infantil más apropiado.
¿Para qué sirven las plantillas infantiles?
La mayoría de las patologías anteriores se pueden corregir con el uso de plantillas infantiles personalizadas. Es aconsejable que la primera visita al podólogo sea a partir de los 3 años y que el primer estudio biomecánico del pie se realice entre los 4 y 5 años. Las plantillas personalizadas pueden corregir y prevenir problemas en su edad adulta. Además, del uso de plantillas infantiles, es importante tener en cuenta algunos hábitos o cuidados que ayudan a mantener una buena salud en los pies de los más pequeños:
-Comprobar que la talla del calzado es la adecuada para el niño, es decir, ni demasiado grande ni demasiado ajustado.
-Observar la marcha del niño, si se cae y se tropieza con facilidad.
-Comprobar si tiene sudoración excesiva o si hay afecciones como callos o verrugas.
-Es importante secar bien los pies del pequeño para evitar la aparición de hongos u otras infecciones habituales.
-Es aconsejable el uso de chanclas en las duchas del colegio o la piscina para evitar contagio de verrugas, hongos o papilomas.