Comúnmente denominado calentura, este virus genera una serie de lesiones en la zona de los labios o, alrededor de ellos que, cursan con ampollas, llenas de líquido. Estas ampollas, a menudo se agrupan formando manchas y, una vez que se rompen, forman una costra que puede estar presente durante varios días hasta que finalmente cae. La infección viral causada por el virus del herpes simple, suele tener un curso benigno y curarse en dos o tres semana sin dejar rastro.
Se trata de una afección que, como nos comentan nuestros amigos de HQ Tenerife, expertos en odontología y todo tipo de afecciones de la boca, el herpes labial, no tiene cura, pero si existen tratamientos capaces de controlar esos brotes. Su contagio se produce fácilmente por contacto cercano con otras personas, por lo que, en los niños, es muy fácil que, una vez que lo padece uno, se vaya propagando. Algo que se debe a que los más pequeños, comparten chucherías o se tocan de forma más continua y despreocupada.
Conviene saber que el herpes labial esta causado por el virus del herpes simple de tipo en la gran mayoría de las ocasiones y, de forma menos habitual, la causa es el virus del herpes simple de tipo dos. Ambos virus, pueden afectar a la boca o los genitales y su contagio, puede producirse aunque las llagas no sean visibles.
Como ya hemos comentado, la cura para este virus (y para todos) es el tiempo, aunque en este caso las cremas o medicamentos antivirales que, pueden ser recetados por el mismo dentista, ayudan a que las llagas se curen con mayor rapidez y hacer que los futuros brotes se produzcan con menos frecuencia y severidad.
Aunque se trata de un virus que afecta indistintamente a todos y en cualquier momento de la vida, es en la infancia cuando se produce el primer contacto con este virus que, puede resultar en extremo, molesto. Aunque lo que vemos son las llagas, la infección produce un episodio de fiebre elevada que deriva en las ampollas, provoca dolor de garganta e inflamación de los ganglios del cuello.
Un virus frente al que no te inmunizas
La mayoría de los virus que pasan por nuestro organismo, no causan demasiados destrozos una vez los pasamos, debido a la inmunidad que nuestro sistema inmune desarrolla. Desde que nacemos, todos los agentes externos que atacan a nuestro organismo, fortalecen nuestra inmunidad. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre de forma generalizada con otros virus, nuestro sistema inmune, no es capaz de eliminar por completo al virus del herpes simple que, una vez se coge en la infancia, permanece latente en los ganglios nerviosos del cráneo. Esto hace posible que, ante ciertas situaciones que den como resultado una baja de las defensas, como el estrés, la falta de sueño, enfermedades, la exposición al sol u otras, permiten que el herpes se manifieste nuevamente.
Es más que habitual y frecuente que los niños, se levanten por las mañanas con esas lesiones tan características que afectan a la piel de los labios. Se entiende de todos esto que, el herpes labial es una recidiva de la infección causada originalmente por el virus del herpes simple de tipo uno.
Como ya sabemos, se caracteriza por la aparición de pequeñas ampollas o vesículas agrupadas en forma de racimos. Estas ampollas se rodean de una piel levemente enrojecida. Con el paso de los días, esas ampollas, se rompen y dan paso a la aparición de una costra. Los síntomas más molestos son el picor que producen y la sensación de hormigueo o quemazón que se nota, incluso antes de que las lesiones se hagan visibles. Puesto que se trata de lesiones superficiales, su curación suele ser rápida y no dejar ningún tipo de señal una vez que desaparecen.
Al tratarse de un virus, el contagio se produce con facilidad, inicialmente a través de las mismas gotas de saliva. En el caso de las recidivas, tan frecuentes, el contagio se da por el contacto con el líquido presente en las molestas e incomodas vesículas. Esto hace muy importante que los niños que padecen el herpes simple, se queden en casa durante unos días, hasta que aparezca la costra y, advertir de que no compartan ciertos utensilios como vasos, cubiertos o alimentos.
A modo de tratamiento paliativo, los profesionales de la medicina aconsejan utilizar aciclovir tópico para disminuir el contagio. En lo referente a las lesiones y su curación, lo único que se puede hacer es aplicar vaselina para prevenir fisuras en las costras, con su consiguiente sangrado. De esta manera, se disminuyen las molestias y se facilita el proceso de curación.
Ante la posibilidad de que los niños estén predispuestos a sufrir las “calenturas” de manera frecuente, es importante que se tengan en cuenta los posibles factores que actúen como desencadenantes. Siendo conscientes de cuales son esos factores, es más fácil evitar, en la medida de lo posible exponerse ante ellos. Minimizar el estrés, aplicar protección labial en casos de exposición solar o no entrar en contacto con otros niños que estén pasando el virus, son algunas de las medidas que se pueden llevar a cabo.
Es fundamental, tener presente que, en los niños menores de cinco años, el virus del herpes simple, puede aparecer dentro de la boca. Las llagas que se producen en estos casos, pueden ser confundidas fácilmente con aftas que, solo afectan a la membrana mucosa y no son a causa del virus.
Etapas del virus del herpes simple
Como todo virus o infección, el herpes labial, pasa por diferentes etapa en lo que constituye el curso de su evolución. Es muy frecuente que los niños (o adultos), sientan picazón, ardor u hormigueo alrededor de los labios un día antes de que aparezca el primer indicio: un punto pequeño, duro y que duele. Este pequeño y molesto punto, dará lugar a la creación de las temidas ampollas. Estás, se forman en el borde de los labios y se encuentran llenas de líquido. No es raro que se produzcan también alrededor de la nariz, las mejillas o incluso, dentro de la boca, aunque esto es bastante inusual.
En el último estadio del virus, se produce la secreción de las ampollas, tras una fusión entre ellas, las llagas se abren, secretan el líquido que las compone y, posteriormente, se forma una costra. Tras unos días, esa costra cae y desaparece sin dejar señal.
Estos síntomas pueden variar en función de si se trata del primer brote o una recidiva. En los niños, cuando se da el primer brote, los síntomas pueden aparecer hasta veinte días después de la exposición al virus. Las llagas pueden durar varios días y las ampollas, pueden tardas hasta tres semanas en curar completamente. Cuando se trata de una recidiva, suelen aparecer siempre en el mismo sitio y ser menos graves que las que se producen la primera vez.
Es posible que, ante la primera infección por el virus, se presente a su vez síntomas como fiebre, dolor de encías, garganta y cabeza o musculares, así como inflamación de los ganglios linfáticos.
Aunque se trata de un virus que desaparece sin la necesidad de llevar un tratamiento, no esta de más visitar al médico en los casos siguientes: debilidad del sistema inmune, herpes que no se cura en dos semanas, sintomatología grave, reaparición constante, dolor o sensación arenosa en los ojos.
Como ya hemos comentado, se trata de un virus recurrente pero que no suele causar problemas mayores, en algunos casos, este virus puede generar problemas en otras partes del cuerpo. Las puntas de los dedos, pueden verse afectadas tanto por el virus del herpes simple de tipo uno como por el de tipo dos. En estos casos, se denomina herpes panadizo. Cuando se da en niños que se chupan el pulgar, es muy posible que se trasladen la infección de la boca a los pulgares.
De forma ocasional, el virus, puede causar una infección en los ojos. En estos casos, las infecciones recurrentes pueden causar cicatrices y lesiones que pueden conllevar problemas de visión o pérdida de la misma.
También es posible que en niños que padecen de eccema o dermatitis atópica, el virus pueda diseminarse por todo el cuerpo, convirtiéndose en un problema de mayor gravedad.
A modo de medida de prevención, el médico, puede recetar antivirales cuando el herpes se produce más de nueve veces al año, o se tiene riesgo de complicación. Algunos consejos para evitar el contagio del virus del herpes labial a otras personas son evitar los besos y el contacto con la piel de otras personas mientras permanezcan las ampollas, su contagio es mayor mientras estas pierden el líquido. Otra medida es evitar compartir objetos como cubiertos, toallas o artículos de uso personal, botellas, vasos e incluso el bálsamo labial. Por supuesto es muy importante mantener las manos bien limpias y lavarlas meticulosamente antes de tocarse o tocar a otras personas. Estas medias, pueden ser difíciles de aplicar por los niños, por lo que son los adultos los encargados de estar pendiente de que las cumplan.